
Sólo con decir la palabra
Viena ya nos llegan evocaciones dieciochescas, de exuberancia barroca, pelucas empolvadas y carrozas de caballos. Sin embargo el hotel más representativo de la ciudad no parece gran cosa desde fuera. Se llama
König von Ungarn y está ubicado en un sencillo edificio de fachada amarilla de la Schulerstrasse que, no obstante, tiene tras de sí un importante historial.
Y es que este hotel es el
más antiguo de la capital austríaca. De hecho, incluso más de lo que se dice, pues si bien es cierto que oficialmente fue inaugurado en 1746 (es decir, tiene doscientos sesenta y seis años), también lo es que ocupa el lugar dejado por una
casa de huéspedes que existía previamente y que se remonta a dos siglos antes. Ahí es nada. Sólo con tomar la primera referencia se imaginaría uno acompañado de la emperatriz María Teresa o de, por supuesto, Wolfgang Amadeus Mozart, quien escribió
Las bodas de fígaro en la casa contigua.
En ella precisamente se sitúa el
restaurante, un lugar de prestigio especializado en caza, repostería y gastronomía austríaca en general (también hacen, bajo petición, menús dietéticos), muy bien regada por vinos del país y con el atractivo especial de poder comer en el mismo lugar donde lo hacía el famoso compositor. el establecimiento se llama igual que el
hotel.
Intelectuales, clasicismo y modernidad
Por cierto, König von Ungarn significa
Rey de Hungría, un nombre que alude a la monarquía austrohúngara y a la rancia aristocracia que se alojaba en sus habitaciones en otros tiempos, pues uno de los usos principales del hotel fue albergar a los
invitados del arzobispo de la ciudad; al fin y al cabo la Catedral de San Esteban está a pocos pasos y ambos lugares se integran en el centro histórico de Viena, con lo que todo queda bastante a mano.
Por supuesto, es un establecimiento que ha sido profusamente
rehabilitado, algo en lo que también hay tradición si se tiene en cuenta que el establo de la hospedería primigenia ya fue adaptado en el siglo XVIII para alojamiento. En cualquier caso, aunque ya no sea frecuentado por nobles -seguramente no alcance el nivel de lujo sibarita exigido por éstos- sí lo es por intelectuales de todo el mundo, quizá porque
escritores como Sándor Márai o Julio Cortázar lo citan en sus novelas.
El König von Ungarn disponía de
treinta y tres habitaciones clásicas, con decoración tradicional, a las que en 2009 añadió otras
once de diseño moderno; algunas son apartamentos o dúplex. Todas tienen aire a condicionado, calefacción, caja fuerte y Wi-Fi gratuito, sumándoseles servicios como lavandería, ascensor, fax/fotocopiadora y un aparcamiento público cercano. Y todas, también, está distribuidas en torno a un patio interior que ha sido cubierto con una espectacular bóveda de cristal.