
No es necesario ser Doctor en Arqueología para disfrutar de unas
vacaciones en Túnez. El país magrebí es un destino variopinto y atractivo para todo tipo de viajeros; tanto aquellos que disfruten perdiéndose en los
zocos más exóticos como los que busquen una
playa de arena blanca para descansar.
Sin embargo, no cabe duda de que si se ama la Historia y la Arqueología, Túnez cuenta con un atractivo añadido. Situado en un punto estratégico del Mediterráneo, su territorio está salpicado de
huellas de las diferentes civilizaciones que lo han habitado a lo largo de los siglos, y la mayoría pueden ser fácilmente descubiertas en un circuito de pocos días por el país.
¿Queréis aprovechar vuestras vacaciones para enriqueceros culturalmente? Entonces no os perdáis estos
cinco imprescindibles de Túnez:
Anfiteatro de El Djem
Se trata del
mayor anfiteatro romano de África y tercero del mundo, solo por detrás de los de Roma y Capua. En su arena tuvieron lugar combates de gladiadores, carreras de carros y otros juegos de circo a los que podían asistir hasta 35.000 espectadores, cuyo griterío, con un poco de imaginación aún puede escucharse desde las gradas.
Dougga
En esta antigua ciudad encontramos toda una variedad de
restos púnicos, númidos, romanos y bizantinos. Su emplazamiento, en un altiplano alejado (por ahora) de cualquier signo de urbanismo o modernidad, convierte la visita en un verdadero viaje al pasado. No os perdáis el mausoleo líbico-bereber: uno de los pocos ejemplos de arquitectura real númida que aún se conservan en el mundo.
Cartago
¿Cómo no mencionar a la que probablemente haya sido la
capital de una de las más importantes civilizaciones de la antigüedad? Fundada por los fenicios en una fecha a día de hoy todavía incierta, Cartago fue tomada por los romanos 146 a.C, y de este Imperio son los restos que podemos encontrar en ella.
No obstante, os contamos un secreto: ninguna “visita” a Cartago está completa sin acercarse también a
Kairuán. Su
Gran Mezquita, importante per se al constituir el epicentro de esta ciudad sagrada para el Islam, cuenta con decenas de columnas traídas desde Cartago por los musulmanes tras destruir la ciudad en el siglo VII.
Kerkoune
Así como en Cartago no queda un solo resto de la civilización que la fundara, la ciudad de Kerkoune sí puede enorgullecerse de conservarse
relativamente intacta desde que fueran destruida y abandonada tras la Primera Guerra Púnica.
Curiosamente, pese a encontrarse junto al mar no dispone de puerto, pero sí encontramos en ella barrios residenciales (cada casa con su propio cuarto de baño), edificios civiles y religiosos, y lo más interesante de todo:
cuatro necrópolis donde, en compañía de un buen guía, es posible aprender mucho de los ritos funerarios de sus antiguos habitantes.
Museo Nacional del Bardo
Situado a las afueras de la capital, este museo es uno de los más grandes del Mediterráneo y sus salas acogen una
valiosa colección que abarca desde la Prehistoria hasta el Arte Cristinano e Islámico. Especial atención merece aquella de
mosaicos romanos. Sin duda, un must para los verdaderos amantes del arte y la Historia.