
Hasta hace relativamente poco, China no era demasiado conocida turísticamente: a Gran Muralla, la Ciudad Prohibida,los Guerreros de Xi'an Hong Kong y poco más. Y, en cierta forma, el enorme tamaño de ese país provoca que siga siendo un misterio por descubrir, en buena parte. De hecho, a poco que sacudamos el árbol empiezan a caer atractivos frutos en forma de monumentos, paisajes y demás. Valgan como ejemplo, las Cataratas de la Perla.
La guinda de este delicioso pastel, que alcanza las 72.000 hectáreas, es acuática y tiene forma de cascada. Se trata de las cataratas de la Perla o Shoal Zhenzhu, un salto de agua que no tiene un desnivel muy grande, entre 28 metros y 40, pero que sí resulta imponente a lo ancho con sus 310 metros. Esas diferencias se deben a que la catarata no presenta una forma definida sino escalonada, progresiva, desarrollándose a lo largo de 153 metros. Digamos, de paso, que este sitio se encuentra a bastante altura sobre el nivel del mar, 2.433 metros, rodeado de picos y alimentado por uno de los afluentes del río Bailong Jiang o Dragón Blanco. El nombre deriva de las formas redondeadas que adquieren las acumulaciones de cal, asemejando grandes perlas blanquecinas. Así lo puedes comprobar si eliges pasar unas vacaciones en China y te acercas hasta allí, tal como hacen miles de turistas al año, pese a ser una zona bastante apartada, integrada en la prefectura autónoma Ngawa, donde viven las etnias tibetana y quiang. Jiuzhaigou está protegido como parque nacional pero también forma parte del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1992 y es Reserva Mundial de la Biosfera desde 1997.