A 120 kilómetros de Ámsterdam y una hora y media en coche, se encuentra el peculiar municipio de Giethoorn, también conocido como "La Venecia de los Países Bajos" debido a su principal particularidad: los canales de agua que la rodean y la atraviesan al igual que la ciudad italiana.
Giethoorn es un pueblecito tranquilo, de apenas 2500 habitantes que, sin embargo, cada día se llena de turistas para visitar sus calles. Bueno, sus calles como tal no, porque en Giethoorn no circula ningún coche, tan solo alguna bici y, sobre todo muchos, muchos barcos y lanchas pequeñas.
Esto es debido a que en Giethoorn, sus antiguos habitantes, descubrieron que en la primera capa del terreno que había bajo sus pies se encontraba un enorme yacimiento de turba, por lo que comenzaron a excavar para extraerla.
Con el tiempo, esos enormes huecos que habían dejado en el terreno comenzaron a llenarse de agua, dando lugar a numerosos lagos que son los que, hoy en día, junto con los canales que construyeron para trasladar esa turba, constituyen el principal atractivo de la ciudad.
No obstante, si hay algo que realmente hizo del todo famosa a Giethoorn fue la película que el cineasta holandés Bert Haanstra grabó en 1958 por sus localizaciones. Fanfare, como se llamó el film, dio fama mundial a este pequeño pueblo y, desde entonces, no ha dejado de recibir turistas en sus principales atracciones.
En primer lugar, lo que te recomendamos encarecidamente es que, una vez hayas llegado a Giethoorn, reserves uno de los múltiples tours en barco que hay para, de este modo, hacerte una idea del lugar en el que estás y puedas admirar al completo la belleza de las casas casi sobre el agua y todos los puentes que conectan las pequeñas islas.
Otra opción, si te gusta la aventura y te quieres sentir como un auténtico gondolero veneciano es alquilar un bote eléctrico o un Punter, como llaman a las pequeñas embarcaciones para recorrer los canales que van propulsadas por una pértiga que, por supuesto, te tocará activar manualmente.
Otra de las opciones de ocio que apuntan desde la Oficina de Turismo Giethoorn es la de alquilar un balón hinchable gigante. Con él, te puedes meter en su interior y, literalmente, andar sobre el agua de los canales de este municipio holandés.
Una vez hayas hecho esto, ya te podrás relajar en ver los museos que tiene el pueblo, pocos, pero los tiene, así como los múltiples monumentos (más de 35) que hay por entre sus calles, casas, canales y puentes fluviales.
Si nunca has tenido la oportunidad de visitar una granja, esta puede ser la buen. Eso sí, verás cómo trabajan en una granja de animales hace 100 años, muy distinto a cómo se hace ahora. El museo está abierto de lunes a sábado de 11 a 17h y los domingos desde las 12. El precio, 4€ para los adultos y 1€ para los niños. Merece la pena.
En este museo vas a poder encontrar una excelsa colección de gemas y minerales de todo el mundo. Los adultos pueden entrar por 3,5€ y los niños por 2,5€. El horario, de marzo a octubre está abierto de 10 a 18h y entre noviembre y marzo de 10 a 17h.
Si lo que te gustan son los coches antiguos y de época, en Giethoorn tienen abierto el "Histomobil", un museo de este tipo de coches, junto con motos antiguas e incluso los antiguos carruajes que utilizaban los habitantes de Giethoorn para moverse por el pueblo antes de que los canales se hicieran con el poder del municipio y fueran sustituidos por los barcos y lanchas.