
La dinámica de la vida moderna influye de diversas maneras en las actividades diarias, no solo en el aspecto laboral, sino incluso también en nuestro tiempo libre. La tecnología ha permitido una inmediatez absoluta y el
estar conectados constantemente ejerce un efecto estresante en el cuerpo humano. El viajar no escapa a esta realidad, y lograr una comunión total en un viaje se ha convertido en algo a veces difícil de lograr. Para los que buscan otro camino, ha surgido el movimiento
Slow Travel.
¿Cuántas veces no has estado de
vacaciones y has regresado con más stress que antes del viaje? El Slow Travel, o viajar lento, es un movimiento que
promueve la experiencia de ganar vivencias en un viaje a través del disfrute de cada momento con más profundidad, dejando de lado ese deseo de querer absorber lo máximo posible de un destino.
Este movimiento no implica usar algún determinado medio de transporte, se puede hacer un viaje corto de fin de semana en avión y al mismo tiempo hacer Slow Travel. Se trata más de cómo nos comportamos durante el viaje, no de cómo llegamos a él, aunque hay detractores que afirman que el Slow Travel sólo se puede lograr viajando en vehículos poco o no contaminantes. En ese sentido
intentaremos derrumbar algunos mitos sobre esta corriente.
El Slow Travel implica gastarse mucho dinero en un viaje
El dinero invertido no garantiza un viaje slow, se puede escoger un alojamiento modesto y al mismo tiempo gozar del proceso de vivir el destino con una actitud diferente. Se trata de
implicarse y tomarse el tiempo para disfrutar un paseo, una comida o una conversación con alguna persona local sobre algún tema local.
Un viaje Slow tiene que ser largo
Quizás este es uno de los mitos más comunes.
No hace falta tomarse un año sabático o una excedencia para lograrlo, una escapada de fin de semana puede ser suficiente para un viaje Slow, recuerda que se trata de calidad, no cantidad.
Un viaje Slow sólo se consigue si el destino es tranquilo
No hay que buscar un destino rural o de campo para hacer un viaje Slow, todo lo contrario, una ciudad ajetreada como Nueva York o Shanghai también puede ser escenario para
una experiencia de viaje profunda y significativa.
Por encima de todas las cosas, si quieres practicar el Slow Travel,
olvídate un poco del móvil y de la cámara. No se trata de no tomar fotos o de aislarse del mundo, pero se puede saborear más un sitio a través de los sentidos que mediante algún gadget tecnológico. Ya habrá tiempo para mostrarle tu viaje a la familia y a los amigos, lo importante es sentir que el viaje ha cambiado algo en nuestro modo de ver la vida y de encontrar una nueva apreciación por nuestro entorno habitual.