Muchos de vosotros cogeréis las vacaciones para disfrutar de vuestro pueblo, donde año tras año se celebran las fiestas patronales. Otros sin embargo, no están curtidos en estas tradiciones rurales, por lo que nuestro primer consejo es: "donde fueres haz lo que vieres".
Tal cual. La primera vez que uno asiste a las fiestas de un pueblo tiene que ir con la actitud de integrarse, de seguir el ritmo de los autóctonos y de seguir el programa de fiestas al completo. Lo sentimos, pero no os podéis negar a hacer todas las actividades que estén programadas: escuchar el pregón inaugural, ver los fuegos artificiales, ir a la plaza a ver las vaquillas, subirse a todas las atracciones, participar en el torneo de dardos, bolos, carreras, o cualquier actividad física que se precie.
[caption id="attachment_29147" align="alignright" width="371"]Olvidaos de la operación biquini durante esos días. En las fiestas de los pueblos se come, y se come a todas horas (y no precisamente lechuga. Daos un homenaje con el chorizo de pueblo, la panceta, la carne que sabe a carne y todos los productos de la tierra, que tienen ese sabor auténtico que luego uno añora durante el resto del año. Sí, engordará pero así da gusto.
En cuanto a la bebida, pasaréis de la caña al tinto y del tinto a los chupitos de hierbas y después a las copas y así en bucle hasta que finalicen las fiestas. Allí no hay fin, y vuestro estómago acabará acostumbrándose.
No hay motivo para preocuparse de la dieta porque si os integráis en condiciones quemaréis todo al ritmo que te marca la verbena del pueblo. Os aseguramos que sea la orquesta que sea, acabaréis bailando aunque al principio os neguéis en rotundo. Dejaos llevar.
¿Y qué llevar en la maleta cuando uno va a las fiestas de un pueblo? Apuntad el uniforme: la camiseta de la peña de color fluorescente (cuanto más chillón mejor), el sombrero de paja (que irá cambiando de dueño a lo largo de los días), las gafas de sol (grandes y a poder ser que no las tengas mucho cariño porque acabarán en el suelo o pringadas), zapatillas (no recomendamos andar con chanclas por los pisotones y posibles cristales que haya por el suelo) y por supuesto, ganas de pasarlo bien.
Si vais con buen humor, y con ganas de disfrutar, seréis uno más. Eso sí, puede ser que al ser novatos acabéis en el pilón pero no os resistáis, es el "bautizo" del recién llegado. Con esta refrescante tradición, ya estaréis integrados totalmente en el pueblo.
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